lunes, 2 de mayo de 2016

Pausados tiempos


No siempre lo pasado fue peor. Hay cosas del pasado que se hicieron con cariño, con arte.
Con el deseo de perdurar.
Tiempos en los que no importaba el tiempo por su abundancia, sino la ilusión y la vocación de ser experto, maestro.
Y tal vez estas sean las cosas que perduran, porque tienen muchas huellas de vidas y muertes. Porque son tan viejos los comercios, que  inevitablemente se piensa en lo que "han llegado a ver" esas paredes; los distantes seres que pasaron bajo su letrero, amigos, vecinos, padres, hijos, abuelos, nietos...".
Como si el letrero, estuviera pensado  para ser cuna y lápida de los que necesitaban un cuchillo o un candado.
Navajas y cuchillos que cortaban el pan en torno a hogueras y frente a chimeneas.
Filos trabajados con paciencia, con arte e ilusión. Posiblemente creyeran que hacían los mejores cuchillos, las cerraduras más eternas. Las llaves más grandes.
Donde el tiempo no era oro, sino un deseo generoso de gustar, de servir.
Hay cierta ternura en los elaborados letreros de los comercios de tiempos sin prisas y saludos con olor a pan recién hecho.
Deben ser esos los secretos de su longevidad.
Y los restos de piel humana que le dan su pátina carismática.



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