domingo, 27 de marzo de 2016

Monolito de la vergüenza


Un monolito de restos, de desperdicios, de lo que alguien encontró y quiso darle una desesperada utilidad. Un alarde de imaginación de la pobreza.
Tiempos de desasosiego, transcurre todo tan rápido, que el arte se hace decadente en semanas.
Y queda solo, abandonado como una vergüenza de una sociedad que ha perdido la libertad de pensar para caer en la esclavitud de un pensamiento común, colectivo, globalizado, repulsivo.
Sus obras perduran como los ahorcados ante las murallas de antiguos castillos, como amenaza, como vergüenza.
Como el escupitajo de un obrero en la madrugada, camino de galeras.


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